Creo que la sensación de tener heridas súper sensibles en
lugar de ojos, es por causa de la gripe contraída dios-sabe-dónde. Este síntoma
se agrava cuando leo. Mi prima tienes 3 años y dice “Bob” con cara de bomba
cuando le pregunto por el nombre del cuadrilátero amarillo dibujado en un libro
(que saqué de la biblioteca para que no se quede mirándome estupefacta cuando
leo a su lado). Ahora mi prima me pregunta por otro personaje que no es más que
otra vez Bob Esponja levantando el dedo triunfalmente. Le digo: “También es Bob…”. Ella
se queda con cara de nomejodas, ¿sí?. Le explico todo el fenómeno éste de
aparecer en diversos lados gracias a la magia de los libros y a la ilustración,
se lo explico con ternura y consentimiento, mas ella aún no borra su gesto
desconfiante. Aplico toda mi paráfrasis infantil para explicarle que sí, que
Bob puede estar donde a él se le antoje. Llevo 10 minutos desplegando mis
palabras más simples e inocentes, casi sacadas de alguna canción monoacorde de
miss Rosy, para que Yasmith entienda que los libros pueden tener, si quieren, docenas
de veces a sus personajes dibujados por página; que es un poder inefable y por
eso delicioso… Me mira, asiente con la cabeza con más aburrimiento que con
comprensión. Se despide de mí dejando el libro sobre el sofá. Me emociona que
ahora sepa que la literatura es magia que se entiende con el sólo soñar… Mis
dedos están congelados, estoy con los ojos entreabiertos, rojos, delante de ellos
mis lentes marrones que oscurecen un poco todo para que, así, no tenga que
cerrar los ojos como Randall en Monster, Inc. De pronto, como si hubiera pisado
distraído algún clavo vertical, algo se agolpa a mi entendimiento… ¡Coño! ¡Qué increíble
que un personaje sea omnipresente porque sí! Veo como a 4 Bobs en la página y
lo envidio: este hepático prisma ridículo y medio homosexual es mucho más
poderoso que yo. Entonces odio a Bob y volteo el libro abierto, poniéndolo cara
abajo para dejar de ver a Bob, pero no, maldición: Bob aparece sonriente en la
portada y, en el colmo de la omnipresencia, aparece 2 veces en la contraportada.
Fin.
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