lunes, 8 de septiembre de 2014

Nota 0

Creo que la sensación de tener heridas súper sensibles en lugar de ojos, es por causa de la gripe contraída dios-sabe-dónde. Este síntoma se agrava cuando leo. Mi prima tienes 3 años y dice “Bob” con cara de bomba cuando le pregunto por el nombre del cuadrilátero amarillo dibujado en un libro (que saqué de la biblioteca para que no se quede mirándome estupefacta cuando leo a su lado). Ahora mi prima me pregunta por otro personaje que no es más que otra vez Bob Esponja levantando el dedo triunfalmente. Le digo: “También es Bob…”. Ella se queda con cara de nomejodas, ¿sí?. Le explico todo el fenómeno éste de aparecer en diversos lados gracias a la magia de los libros y a la ilustración, se lo explico con ternura y consentimiento, mas ella aún no borra su gesto desconfiante. Aplico toda mi paráfrasis infantil para explicarle que sí, que Bob puede estar donde a él se le antoje. Llevo 10 minutos desplegando mis palabras más simples e inocentes, casi sacadas de alguna canción monoacorde de miss Rosy, para que Yasmith entienda que los libros pueden tener, si quieren, docenas de veces a sus personajes dibujados por página; que es un poder inefable y por eso delicioso… Me mira, asiente con la cabeza con más aburrimiento que con comprensión. Se despide de mí dejando el libro sobre el sofá. Me emociona que ahora sepa que la literatura es magia que se entiende con el sólo soñar… Mis dedos están congelados, estoy con los ojos entreabiertos, rojos, delante de ellos mis lentes marrones que oscurecen un poco todo para que, así, no tenga que cerrar los ojos como Randall en Monster, Inc. De pronto, como si hubiera pisado distraído algún clavo vertical, algo se agolpa a mi entendimiento… ¡Coño! ¡Qué increíble que un personaje sea omnipresente porque sí! Veo como a 4 Bobs en la página y lo envidio: este hepático prisma ridículo y medio homosexual es mucho más poderoso que yo. Entonces odio a Bob y volteo el libro abierto, poniéndolo cara abajo para dejar de ver a Bob, pero no, maldición: Bob aparece sonriente en la portada y, en el colmo de la omnipresencia, aparece 2 veces en la contraportada. Fin.

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