Si fuera posible, a mí me encantaría tener un amigo que sea
íntegramente como yo, un clon perfecto mío que me acompañe a mirar como las
mujeres de la plaza esperan a los varones de su casa. Que se burle de los
problemas cuando la soga alrededor del cuello parezca la única imagen bonita
posible de reproducir en los años que se vive, como hago yo cuando veo a algún
amigo suicida mío.
Ribeyro en su cuento "Doblaje", al final del
primer párrafo me revela con una cita porque es que no encuentro
a mi copia y porque él no me encuentra (si me buscara). Si es igual a
mí, entonces también tiene esas ganas inexplicables de encontrarme.
“Todos tenemos un doble que vive en las antípodas.
Pero encontrarlo es muy difícil porque los dobles tienden siempre a efectuar
el movimiento contrario”
Eso quiere decir que si yo voy a estribor, él va a
babor. Toda esta teoría quiere decir que encontrar a mi doble sería como buscar
a Moby Dick entre las nubes.
Escribo ésto porque hace un momento encontré la hoja de un
anuncio de trabajo, a mí todavía esa etapa de tener jefe no me llega, así que
decido aprovechar esa hojita para hacer un avioncito de papel. Desgracia. Lo
había olvidado. Me frustro porque es como si, sin siquiera darme cuenta, hubiera
perdido mis años de cuando me divertía con avioncitos de papel. De ninguna
manera dejaría que alguien me volviese a enseñar a hacer avioncitos de papel, así que
hurgo entre todo el repertorio de juegos de mano, todo mi Origami y toda
pastrulada manual posible. No dejo de estancarme en el paso dos de la manufacturación de
un avión de papel a escala. No estoy viejo. Es que quizá esté reemplazando
cosas importantes por otras que no lo son, quizá esté olvidando lo importante
que es saber hacerse aviones de papel. Me rindo. Necesito a alguien que me
enseñe de nuevo, pero sé que es ridículo decirle a alguien: “Hazme un avioncito de papel” con cara de Topo Gigio y enseñando inocentemente un papel que, por más
doblado que esté, no parece un avioncito.
Así que si alguien me debe de enseñar
eso, tengo que ser yo. ¡Pero cómo!. No encuentro a mi doble porque él está buscándome en avión
cuando yo estoy navegando con Moby Dick.
Confió enteramente en que él aún recuerda como se hace un
avioncito de papel, por eso de que “los dobles tienden siempre en efectuar el
movimiento contrario” y yo estoy moviéndome mal.
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