domingo, 27 de julio de 2014

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Tengo 7 sparkies desordenados al lado derecho de la cama y un sparkie en la boca destiñéndose. Estoy estirado a lo ancho de la cama de mi hermano con la laptop en la panza; frente a mí, en el escritorio del cuarto, está mi hermano y frente a él su enamorada, Helen. Ahora a mi derecha quedan una pareja de sparkies rojos alejados. Estoy con los audífonos y creo que es la séptima vez que suena "Sinitaivas", éste es un temita que me pone como debe de ponerse papá cuando escucha "El Triste" de José José; además que "Sinitaivas" es la canción que pone el camionero al final de "Los Amantes del Circulo Polar", justo antes de que Otto, que iba de copiloto, vea como Anna es arrollada por un autobús y como se desliza hermoso sobre la pista.

Estoy en este cuarto ajeno porque sospecho de estos tortolitos. Planean embocarse toneladas de teoría para ingenieros toda la noche: mentira. Así que soy yo el que les pincha el globito rojo de la privacidad. Me deben de estar odiando pero no lo dicen. Quizá no me patean hacia fuera porque soy el menor ahí, eso me hace menos agredible. Yo no me trago el cuento de que una pareja de jóvenes estudie toda la noche sin que se apachurren, pues. Sería como dejar a Romeo y Julieta en un cuarto solos y cerrar la puerta confiando ciegamente en que jugaran naipes tranquilamente toda la noche. Así que, conjeturando toda la situación, me subo maliciosamente al bote que ellos pretendían conducir toda la noche y los hundo desilusionándolos. Les estoy enderezando la noche a estos amantes amansados. Les doy a cada uno un sparkie rojo y me miran con cara de insuficiencia. "Buenas noches, niños, feliz 28".

sábado, 26 de julio de 2014

Copie de sauvegarde (copia de seguridad)



Si fuera posible, a mí me encantaría tener un amigo que sea íntegramente como yo, un clon perfecto mío que me acompañe a mirar como las mujeres de la plaza esperan a los varones de su casa. Que se burle de los problemas cuando la soga alrededor del cuello parezca la única imagen bonita posible de reproducir en los años que se vive, como hago yo cuando veo a algún amigo suicida mío.

Ribeyro en su cuento "Doblaje", al final del primer párrafo me revela con una cita porque es que no encuentro a mi copia y porque él no me encuentra (si me buscara). Si es igual a mí, entonces también tiene esas ganas inexplicables de encontrarme.

 “Todos tenemos un doble que vive en las antípodas. Pero encontrarlo es muy difícil porque los dobles tienden siempre a efectuar el movimiento contrario”

Eso quiere decir que si yo voy a estribor, él va a babor. Toda esta teoría quiere decir que encontrar a mi doble sería como buscar a Moby Dick entre las nubes.

Escribo ésto porque hace un momento encontré la hoja de un anuncio de trabajo, a mí todavía esa etapa de tener jefe no me llega, así que decido aprovechar esa hojita para hacer un avioncito de papel. Desgracia. Lo había olvidado. Me frustro porque es como si, sin siquiera darme cuenta, hubiera perdido mis años de cuando me divertía con avioncitos de papel. De ninguna manera dejaría que alguien me volviese a enseñar a hacer avioncitos de papel, así que hurgo entre todo el repertorio de juegos de mano, todo mi Origami y toda pastrulada manual posible. No dejo de estancarme en el paso dos de la manufacturación de un avión de papel a escala. No estoy viejo. Es que quizá esté reemplazando cosas importantes por otras que no lo son, quizá esté olvidando lo importante que es saber hacerse aviones de papel. Me rindo. Necesito a alguien que me enseñe de nuevo, pero sé que es ridículo decirle a alguien: “Hazme un avioncito de papel” con cara de Topo Gigio y enseñando inocentemente un papel que, por más doblado que esté, no parece un avioncito. 

Así que si alguien me debe de enseñar eso, tengo que ser yo. ¡Pero cómo!. No encuentro a mi doble porque él está buscándome en avión cuando yo estoy navegando con Moby Dick.

Confió enteramente en que él aún recuerda como se hace un avioncito de papel, por eso de que “los dobles tienden siempre en efectuar el movimiento contrario” y yo estoy moviéndome mal.

martes, 22 de julio de 2014

¡¡Está vivo!!


En secundaria siempre aluciné que el profesor de Historia era íntimamente así, que éste era su personaje 
de noche en Las Palmeras, bar donde yo tenía entendido que iba. Algo así como un Atoj.
Lo seguro es que, después de dibujar ésto, me enteré de que él era mucho peor:  había creado un monstruo. 

Encias sangrantes Murphy

Chass, me duele la boca, una encía desgarrada, creo. Todo normalmente aburrido hoy en clases, todos aportan con el sobaco comentarios referentes a métodos de estudio. Estoy paranoico con eso de que la gente juzga a diestra y siniestra mi pantalón desteñido con un relativamente notorio desgarro a la altura del pie derecho. Igualmente criticable, mi chompa azul que sinceramente la uso porque mamá me lo obsequió con el amor de 1000 Marías en navidad, aunque me encaja sólo hasta un poco más arriba de la cintura, este defecto me exige que constantemente estire la chompa hasta la cintura; también debo de recalcar que actualmente ando con una panza envidiable, esto no hace más que empeorar la situación ésta del tira y afloja. Levanto la cabeza para asegurarme si el profesor sigue ahí, o para enterarme de que ya no está. Veo el mohicano mal hecho de Álvaro, me mira y le muestro el dedo medio, me sonríe, yo llevo el obsceno dedo directamente hacia el profesor, Álvaro sonríe más. Se sonríe más cuando el dedo medio no es para uno, incluso si es para dos. Este salón es como un cuarto de campamento, el cuarto de campamento más amplio, frío y sucio. Ever estornuda y media docena de voces exclama ordenadamente “¡Salud!” Ever responde la cordialidad con un “Gracias” general, no piensa  recalcar su retribución.


“Fuma hierba del porro”, una pared sucia se ve mejor (es más apreciable) cuando uno se entera por esta frase que un pastrulo sin remedio hizo una propuesta al ocasional ser que decide sentarse exactamente en la última banca de la esquina al fondo de la clase.
Si doy este examen que se acerca como di ese que pasó mal, entonces tendré que compartir este salón de campamento con nuevos cachimbos el año que viene, no me puedo rebajar a esto, tengo que superar este examen desgraciado, amén.


Me sigue doliendo la encía. Todo empezó cuando jugueteaba ingenuamente en la boca, justamente en esta encía sangrante, con un lapicero roído por un extremo, de pronto de un movimiento brusco e inconsciente  me rasgo esta parte de la boca. “Mierda”, bajo la cabeza refugiándome en mis brazos para que mi sufrimiento sea solo mío, estaba, pues, en medio de una manada de microcéfalos alumnos que critican mi facha de obeso desteñido con ropa inapropiada y encías sangrantes.

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No es momento de hablar de cursilerías ni de rascarse el corazón con un dedal, no ahora que esta canción este track anónimo nos lleva de la mano lentamente al diablo, quizá después cuando el cariño parezca algo mas viable que cuando mi espalda se congelaba en el cuarto piso de la facultad.
Ahora no, nena, ahora no me cojas los 5 dedos, ahora ya no vale, te necesitaba hace unos 5 minutos cuando se me partía la espalda por esperar una epifanía con lentes desconfiables.
Hasta mañana y por favor mañana no esperes mis 5 minutos, cógeme el corazón sin asco.